Como va es como viene
entre cuentos e ilusiones
de un pasado muy glorioso
que se resiste a ser olvidado.
Cuando miras ves el cielo,
la tierra y sus campos
en constante armonía
al vaivén de los recuerdos.
El presente lo ha ignorado
más su voz rebelde ha continuado
con su magia, con su encanto,
con la gracia de sus sabios años.
No me olvides, no te he olvidado
pues un sueño me ha encantado
de vagones camuflados
de paisajes observados.
Un destello vas dejando
inmutable a los años
que tu gente ha cuidado
para con tu voz despertar a un nuevo amanecer.
Es muy grato recordar este viaje que hice en tren a Constitución, en el surgieron muchas preguntas y fue necesario decir de alguna forma lo que sentía, esos pequeños versos aunque sean solo de un aficionado a la poesía, me permitieron hacer una introspección y me hice a la idea de aclarar ciertas dudas.
La vida es como un viaje en tren, uno empieza con mucha emoción y el partir es un deseo inminente que inhibe toda razón a pensarlo dos veces, cuando ya se está en movimiento se siente el tambaleo de los carros, se ve como el mundo pasa a nuestro alrededor, árboles, casas, personas… y nuestros ojos miran con la inocencia de los niños al descubrir un juguete nuevo. Pero al rato eso ya no es suficiente y el viaje emprendido se vuelve una incertidumbre, hay paradas, pareciera que el viaje no continuara más, continúa, a duras penas a veces, lento, y el fin se nos hace cada vez algo más apresurado de lograr, no sabemos cuándo, solo nos queda mirar hacia atrás y preguntarnos cuando llegará el final… de toda esa incertidumbre hay un umbral que es lo único constante al andar… si te acercas al último vagón, al fondo en la ventana posterior verás los rieles del tren como una ráfaga de estrella fugaz que te recuerda el camino andado y que has pasado, y empiezas a sentir la emoción que un día te hizo partir. Ahí te das cuenta que tú eres el tren y que el camino es la vida y que el final solo lo sabes tú, lo has olvidado, es cierto, que el tiempo no pasa sin socavar nuestros recuerdos, al contrario, se vuelve el verdugo de los sueños. A pesar de todo eso está esa ventanita atrás, en el último vagón, recordándote de dónde vienes, el por qué un día decidiste partir y a lo que esperabas llegar, vuelves a soñar. Que no se nos olvide de donde somos y porque somos, no olvidemos, que olvidar es dejar de viajar.
P.C.R.

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